Déficit y crisis

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"Déficit y crisis"

José Luis Taveras

Mientras las finanzas públicas perdían equilibrio y el gasto corriente devoraba los ingresos, se nos vendió la ilusión de que nuestra economía estaba blindada. Esa percepción crecía convincentemente cuando, a pesar del dispendio del gobierno, los indicadores macroeconómicos permanecían alentadoramente anclados en la estabilidad.

El nuevo gobierno, conciente de la gravedad del déficit fiscal, desde su instalación condicionó la ejecución de sus promesas a una reforma fiscal que le permitiera aumentar sus ingresos para solventar un inusitado desbalance cuya magnitud fue guardada como secreto de seguridad nacional.

El gobierno, inteligentemente, dio a conocer el tratamiento médico mediante una propuesta de reforma fiscal mientras se reservaba el diagnóstico. Obviamente, bastaba con examinar la complejidad del recetario para advertir el estado del paciente. En la medida en que la presión social se hizo irresistible, el equipo económico fue dosificando la revelación de datos que confirmaron el real estado de la situación fiscal dominicana. Ya hoy el enfermo conoce la gravedad de su padecimiento, entrando en el trance de su tortuosa admisión.

Bronnie Ware, experta australiana en cuidados paliativos para enfermos terminales, compiló en el libro Los cinco principales arrepentimientos de los moribundos las respuestas más socorridas de los enfermos desahuciados en el proceso de asimilación sicológica de su condición. Sin pretender equiparar la situación fiscal dominicana con la de un paciente de enfermedad catastrófica, la comprensión del cuadro puede reportar lecturas aleccionadoras que nos ayuden, como sociedad, a encarar situaciones de crisis para convertirlas quizás en oportunidades inéditas para madurar y avanzar.

Los expertos en la conducta del moribundo reconocen un patrón casi tipificado de respuestas a la admisión de su enfermedad. Este proceso compromete una variedad de emociones encontradas que van desde la negación hasta la aceptación forzosa.

LA NEGACIÓN:

La muerte es una verdad absoluta para asumirla en un espacio mental tan relativo. La sensación del fin avasalla y la primera reacción instintiva es huirle. Las crisis económicas generan en la sociedad esta primera respuesta irracionalmente básica. En el caso nuestro, quisiéramos que la realidad fuese otra y nos resistimos a aceptarla como es, pero no hay forma de evitarla. Estamos frente al mayor déficit registrado en la historia económica (de más de 187,000 millones de pesos; entre un 8 % y 9 % del PIB) con la agravante de que en la primera mitad del año 2013 los pagos de la deuda pública aumentarán y los eventuales ingresos de la reforma fiscal resultarán insuficientes para cubrir el desequilibrio fiscal, por lo que se precisaría quizás una nueva reforma recaudatoria. Esto sin considerar el monstruo financiero del subsidio eléctrico, que resulta insostenible.

El déficit que hasta hace poco se estimaba en 140,000, como muestra la gráfica, es en realidad de más de 187,000 millones de pesos.

La reacción de una parte de la sociedad organizada es rechazar de plano la reforma fiscal con expresiones de encono y frustración. Una manifestación clásica de esta negación es la búsqueda de justificaciones expiatorias; se precisa entonces encontrar víctimas, como respuesta a la impotencia de lo inevitable. En ese contexto, Leonel Fernández es llevado al paredón como único responsable del deterioro de las finanzas públicas por su desbocada expansión del gasto, que empezó en el 2008 con su proyecto reeleccionista y que se agravó en este año electoral para sostener la campaña del hoy presidente Medina. Otros entienden que la razón fundamental ha sido la práctica sistemática de sobreestimaciones presupuestarias que crearon artificiosamente un desbalance entre ingresos y egresos, sin dejar de...

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