La independencia del Poder Judicial

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"La independencia del Poder Judicial"

Guillermo Moreno

Contrario a toda tradición, en nuestro país, el Poder Judicial no ha sido ciego. O lo que es lo mismo, ha sido parcial. Ha tenido pies para trasladarse al Palacio Nacional a recibir instrucciones. Ha tenido manos para tenderlas en busca de prebendas o recibir sobornos del mejor litis-postor o para descargar al delincuente de cuello blanco.

De lo que ha carecido el Poder Judicial es de voz propia para articular un discurso de soluciones a su crisis ancestral y de oídos para escuchar los clamores de la sociedad por el adecentamiento de su administración.

El Poder Judicial nuestro se ha caracterizado por su falta de independencia y, en esa misma medida, por su incapacidad para ser interlocutor y para liderear la búsqueda de soluciones a su propia problemática.

Las reformas del 94

Precisamente, la última reforma constitucional ha consagrado formalmente la independencia del Poder Judicial. Se creó el Consejo Nacional de la Magistratura, se consignó la inamovilidad de los jueces; se atribuyó a la nueva Suprema Corte de Justicia la elección de los jueces de todos los tribunales; se estipuló la autonomía presupuestaria y administrativa y la necesidad de una Ley de Carrera Judicial.

Además, el Poder Ejecutivo ha mostrado, como nunca antes, una actitudde respeto y colaboración con la modernización y eficientización del Poder Judicial.

Los factores anteriores indican que estamos en la coyuntura más favorable para alcanzar la independencia definitiva del Poder judicial. Es, pues, más que oportuno preguntarse de qué independencia se trata e independencia para qué.

¿Cuál independencia?

La independencia de los poderes públicos entre sí no equivale a que éstos funcionen como compartimientos estancos, reduciendo al Estado a pequeñas islas, amurallados unos respecto de todos los demás.

Para que el Estado democrático pueda ser funcional en beneficio de la sociedad, debe existir un estrecho nivel de interrelación y colaboración entre los distintos poderes públicos, y entre éstos y la sociedad y sus instituciones representativas, en la tarea que nos es esencial a todos: la eficiente administrativa del patrimonio público y la preservación del orden, la seguridad y paz públicas.

La clave estaría en saber y poder articular, y hasta integrar los poderes del Estado en las áreas que les son comunes, sin que ningún poder interfiera en las funciones que le son propias y atributivas de modo excluyente a cada Poder...

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