La pasión por la reforma constitucional

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Alguien ha dicho que los latinoamericanos tenemos una relación mágica con la Constitución y las leyes: pensamos que la mera modificación de textos legales con simple valor semántico permite alcanzar la institucionalidad tan deseada por todos.

Los dominicanos no escapamos a esta realidad. Hemos realizado unas 35 reformas constitucionales, casi todas precipitadas por particulares situaciones políticas. En realidad, como bien ha afirmado ese gran constitucionalista, el Dr. Juan Ml. Pellerano Gómez, hemos tenido una sola Constitución, pues la forma de gobierno democrático, civil, republicano y representativo y la lista de derechos fundamentales han permanecido básicamente inalterables desde 1844. En 1994. los dominicanos pudimos salir de una profunda crisis política, una crisis de legitimidad, gracias a una reforma constitucional. Dicha reforma, al tiempo de recortar el período presidencial, ordenando la celebración de elecciones en mayo de 1996, consagró una serie de disposiciones importantes para la consolidación de la democracia dominicana: la prohibición de la reelección presidencial; la celebración de elecciones presidencialesseparadas de las congresionales y municipales; la creación de un Consejo Nacional de la Magistratura a cargo de la elección de los jueces de una Suprema Corte de justicia que a su vez designaría los demás jueces del país: y el establecimiento de la inamovilidad de los jueces.

La reforma constitucional de 1994 causó ronchas en muchos sectores que no se resignaron a las mismas y que. incluso, ejercieron acciones judiciales donde se caía en la contradicción de alegar la inconstitucionalidad de la propia Constitución. por si fuera poco valiéndose de un mecanismo establecido por la Constitución supuestamente inconstitucional: la acción directa en inconstitucionalidad ante la propia Suprema Corte de Justicia. La Suprema Corte rechazó dichas acciones.

Hoy vemos como líderes de varios partidos abogan por la necesidad de una reforma constitucional. Los móviles lucen ser variados. Algunos buscan unificar de nuevo las elecciones, eliminar la segunda vuelta electoral o bajar el porcentaje de votos requerido para ganar en una primera vuelta. Otros quieren reestablecer la reelección presidencial.mientras que algunos no renuncian a la idea de que el Senado recupere la atribución de designar jueces movibles cada 4 años. En realidad, parece haber "commonground" para el cambalache a que nos tienen acostumbrados los políticos.

Es penoso que se hable de reforma constitucional cuando apenas estamos implementando la reforma constitucional de 1994. Hace menos de :3 años que fue posible designar los jueces de la Suprema Corte de justicia, tras 2 años do lucha. tratando de que se conformase el Consejo Nacional de la Magistratura y luego que éste, una vez conformado. se abocase a designar jueces apartidistas, honestos, capacitados y con vocación de servicio, en un proceso participativo. público y transparente. En 1998 celebramos nuestras primeras elecciones separadas y es en el 2002 cuando podremos disfrutar de los beneficios del distrito electoral y enterrar definitivamente ese arrastre electoral que tanto daño hace a la representatividad y a la responsividad de los legisladores.

No hay dudas de que nuestra Constitución debe ser repensada y reformada. Dicha reforma no debe producirse ahora tras casi dos años de campaña electoral y cuando hay que dar oportunidad de que se inicie la Administración del Ing. Hipólito Mejía. Hay que estar claro también en que revisar la Constitución mediante el actual método no es propiciar la participación mediante el actual médodo no es propiciar la participación debida en la reforma, como tampoco caer en el corporativismo de elegir una constiyente donde la sociedad civil esté representatada en especie de estratos feudales. En todo caso, lo mejor sería una verdadera contituyente popular. A final de cuentas es la gente la que debe decir si se reforma o no la Constitución es buena y que con una judicatura activa, sustentada en nuestra tradición dominicana de control de la constitucionalidad d elas leyes ahora reforzada con la acción directa en inconstitucionalidad de las leyes, es posible hacer de nuestra Carta Sustantva un órgano vivo, que evoluciones conjutamente con la sociedad. Es hábito del razón" de que hablaba Tocqueville, pues la historia demuestra que simple manipulación de los texto, la alquina de la reforma constitucional, no nos condece necesariamente a la verdadera constitucionalidad.

De la constitucionalitis a la consntitución viva

Carlos Alberto Montaner puso el dedo en llaga el critificar esta irresitible pasión latinoaméricana de reformar la Constitución por cualquier quítame una paja (Vivn las pepas", El caribe, 26 de diciembre, no ha andado con rondeos y ha disparado a quemarropo un urticante misil: " Los venezolanos y dominicanos hoy hablan, ilucionados, de un nuevo texto contitucional. Ante cada tropiezo, desastre o fracaso, sienpre hay un prócer ilucionada al que se le ecurre redactar una nueva constitución para enmendar el desaguisado y salvar la patria de una vez por todas. A mayor número de contratiempos, más constitucionales".

Palabras que duelen, que molestan, pero palabras sabías: "En América Latina no han fallado las constituciones, sino las personas. El problema no está en la calidad de las leyes, sino en los valores de los individuos que tienen que atacarlas y en las normas de comportamiento que prevelencen en grupo. Y de nada vale contra con el mejor creación de un Consejo Nacional de la Magistratura a cargo de la elección de los jueces de una Suprema Corte de justicia que a su vez designaría los demás jueces del país: y el establecimiento de la inamovilidad de los jueces.

La reforma constitucional de 1994 causó ronchas en muchos sectores que no se resignaron a...

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