PANORAMA POLÍTICO, AHORA QUÉ

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PANORAMA POLÍTICO ¿Y AHORA QUÉ

José Luis Taveras

Todo proceso electoral deja traumas. Estos severos escrutinios reducen a su verdadera dimensión los mitos y desvisten sin pudor los sofismas y engaños políticos de las campañas.

Los espejismos se esfuman, colapsan los vaticinios y la verdad, manipulada y retorcida, se enseñorea regiamente con la lectura del último boletín electoral.

Los pasados comicios fueron ricos en lecciones, siendo la más descollante la revelación de una aguda crisis moral en el sistema de partidos. Esto no es nuevo, ha sido tema de socorrido estrujamiento por los “politólogos”, teóricos que en nuestro patio brotan como malas yerbas en los campos del más anodino empirismo.

Este proceso probó convincentemente que la crisis no es episódica sino sistémica y que el modelo de política y práctica partidarias agotó sus exiguas reservas éticas. Nuevamente la participación electoral de la población llana fue más “financieramente inducida” que espontáneamente lograda, emergiendo en la República Dominicana una pujante industria electoral donde los votos parecen ser artículos cada vez más caros en la medida en que se devalúa el nivel de conciencia de los sufragantes.

Ya alguien dijo que en América Latina el voto dejó de ser una expresión de conciencia para convertirse en un “ejercicio gástrico” y es que cada vez son más los que votan con el estómago que con el corazón. Llegará el momento en que las campañas electorales serán incosteables y sólo podrán ser elegibles los que estén dispuestos a comprar literalmente el poder.

El dispendio irracional de recursos, el uso de fondos públicos; la concertación de “alianzas” partidarias sobre premisas exclusivamente económicas; la creación de partidos como instrumentos de lucro y movilidad social; las ofertas demagógicas de empleos, tarjetas de ayuda social, subsidios y contratas, degradan la experiencia del voto a una simple transacción de compra en un mercado público.

Los partidos no sólo se han desconectado de sus fines esenciales, sino que han pervertido a tal extremo la actividad política, que nadie, con un mínimo apego a valores, la asumiría como una legítima opción de vida pública. Y es que hasta la guerra se encuentra regida por una ética sustentada en protocolos y convenciones internacionales; el paradigma partidario nuestro no resiste, en cambio, un análisis de naturaleza moral porque se encuentra dominado ya no por la inmoralidad sino por la amoralidad, concepto que parte de la eficacia de los resultados sin considerar ninguna sujeción a valores en la proposición y aplicación de los medios.

La práctica política dominicana ha cruzado de la contradicción a la negación ética; en otros términos, es moralmente neutral.

Estas concepciones relativistas han tenido relevantes expresiones en la cultura partidaria y política dominicanas que han debilitado las columnas del establishment, asumiendo nombres tan conocidos como nefastos: pragmatismo utilitario, caudillismo, populismo y clientelismo.

Estos y otros perversos ismos, articulantes de esta cultura, se encuentran trenzados en sus bases por una visión mercantilista de la actividad partidaria que ve en el poder su única y suficiente razón de ser.

¿MUERTE DE LAS IDEOLOGÍAS?

En la política dominicana no quedan ni residuos radiactivos de las épocas ideológicas. Los partidos de tradición que en la década de los sesenta y hasta los noventa abrazaron baluartes ideológicos como parte esencial de sus acervos filosóficos y doctrinales, entraron en críticos procesos degenerativos cuando llegaron al gobierno. La concentración de poder y la acumulación de riquezas de sus dirigentes fueron suplantando los principios por las conveniencias estratégicas, la mística por la adherencia retribuida y la ideología por el pragmatismo oportunista. De manera que ya hoy las diferencias de las organizaciones políticas han quedado reducidas prácticamente a emblemas distintivos que se mercadean en las campañas electorales como verdaderas franquicias comerciales.

Cuarenta años atrás, al menos, las ideologías dominantes en el mundo occidental contaban con fuertes expresiones partidarias locales. El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) fue la primera organización en integrarse a una corriente ideológica de fuerte ascendencia internacional: la socialdemocracia.

Este partido no sólo capacitó a sus cuadros en sus fundamentos y postulados a través de escuelas de formación política, sino que los dirigentes mundiales de la Internacional Socialista visitaban frecuentemente la República Dominicana como parte de las misiones de proyección ideológica de la socialdemocracia. El país llegó a ocupar la presidencia continental de este importante conglomerado de instituciones políticas y el líder histórico del PRD, José Francisco Peña Gómez, pronto se convirtió en un ícono de la socialdemocracia del tercer mundo.

El peso y la incidencia que llegaron a tener estascorporaciones...

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