¡Je vends ma nationalité!

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"¡Je vends ma nationalité!"

José Luis Taveras

Editorial.

Hasta que el Tribunal Constitucional lo revelara, ignoraba que la nacionalidad dominicana conservara algún valor.

Esa bendita sentencia le puso precio a una nacionalidad de muy baja estima aun para sus ciudadanos; tanto que ya entramos en la categoría de Estados xenófobos y racistas del mundo. Pensaba que esos atributos le eran imputables a naciones ricas. Estoy resuelto a abandonar mis complejos y a ostentar sin titubeos el pasaporte que antes metía en los recodos más guardados de la vergüenza.

Esta virtuosa sentencia ha desempolvado un desvencijado patriotismo que ya convoca, en nombre de una "soberanía" ilusa, a un escuadrón de furibundos defensores. Pero también ha volcado medio mundo hacia este punto insular para reclamarle al Estado la nacionalidad "arrebatada" a muchos que despertaron apátridas de sus camas y tumbas.

La nacionalidad dominicana vale oro después de siglos en el mercado de la bagatela, gracias a la soberana decisión de estos ilustres letrados. Llegó el momento de venderla, inmejorable decisión financiera. Por encima de los patrioteros, del Tea Party, del Opus Dei, del Cardenal, de Martelly, del CARICOM, de la ONU y de la Comisión de Derechos Humanos, la vendo. La ofrezco a buen precio para aquellos despojados que quieren evitarse el trance de la "regularización" de la Junta Central Electoral.

Que no vengan con sensiblerías patrióticas, increpaciones civilistas ni bochornos moralistas. La vendo porque la vendo. Aun más dignamente que aquellos buenos dominicanos que la remataron a...

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