Aborto, un derecho sin credo

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Aborto, un derecho sin credo

María Jesús Pola Zapico

El tema del aborto es en nuestro país, así como en otros de la región, uno de los más controvertibles y a la hora de abordarlo pareciera obligatorio estar a favor o en contra, una postura simplista que radicaliza discursos, debilita alegatos, estereotipa y detracta a quienes opinen desde la conciencia con la certeza que se trata de una discusión sobre su legalidad y no de dogmas y creencias.

Una gran parte de la responsabilidad de esta falta de profundidad en el debate, es la influencia de un sector importante de la jerarquía de la Iglesia Católica en la región, con una influencia determinante en el control de la de las mujeres, al mismo tiempo que mantiene una cuota importante de participación en el poder de los países.

A pesar de que la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, realizada en Viena, del 14 a 25 de junio de 1993, concluyó que la democracia, el desarrollo, el respeto a los derechos humanos y las libertades individuales, son interdependientes y se refuerzan mutuamente, es poca la atención que ha tenido su Declaración y Programa de Acción en la región de Latinoamérica y el Caribe, cuyos países han adquirido el compromiso internacional frente a esta y otras Convenciones similares.

Como resalta la abogada argentina Susana Chiariotti1, en uno de sus múltiples trabajos sobre los derechos humanos de las mujeres, probablemente no haya otro tema jurídico como el del aborto, en el que lo íntimo, lo privado y lo público estén tan estrechamente interconectados y donde la proclamada división del derecho occidental entre religión, moral y derecho, esté tan comprometida.

Mientras tanto, aproximadamente el 62% de la población mundial vive en 55 naciones en las que el aborto está permitido sin restricciones o por alguna razón económica o social, grupo que incluye algunos de los países con mayor cantidad de habitantes, como China, India y Estados Unidos y la mayoría de los que integran la Unión Europea. El 13% de la población mundial vive en 42 naciones en las que se permite el aborto por razones de salud mental o física. El 25% vive en 54 países en los que se permite sólo para salvar la vida de la mujer, mientras que hay sólo cuatro Estados que no lo autoriza bajo ninguna circunstancia: el Vaticano, Malta, Chile y la República Dominicana.

La categoría de ilegalidad total hace que las mujeres no sólo se realicen abortos en condiciones de alto riesgo, y que la mortalidad deba constituirse en una alarma para el sistema de salud nacional, sino que también hace que haya más abortos en los países donde se condenan todas las causales, que en aquellos que lo despenalizan.

Sin embargo, lo más importantes es que negar a las mujeres el derecho a decidir sobre su cuerpo debe plantearse como una violación a los derechos humanos que atenta contra la dignidad y el principio de ciudadanía, ambos inalienables y adquiridos por el solo hecho de ser personas a las que el Estado tiene obligación de respetar, proteger y garantizar.

Cuando el Estado penaliza a las mujeres que deciden abortar, las trata como si fueran incapaces, pero, sobre todo, desconoce sus derechos sexuales y reproductivos, los que se fundamentan en el derecho de las personas y las parejas a decidir sobre el número y espaciamiento de sus hijos/as; contar con los medios adecuados para ejercer efectivamente su decisión; el derecho a tomar decisiones reproductivas libres de discriminación, coerción o violencia y el derecho a gozar del más alto nivel posible de salud sexual y reproductiva.

En los últimos casi 30 años, la República Dominicana, al igual que el resto de los países de la región, ha firmado convenios y tratados que la hacen compromisoria de la rectificación de las violaciones a los derechos humanos de las mujeres, los niños y niñas, las personas adultas mayores y personas con discapacidades, sin que termine de entender el enfoque de derechos humanos al que se comprometió.

En septiembre de 1994 se celebró la Conferencia Internacional de la Población y el Desarrollo2, en el Cairo, Egipto, en la que delegaciones de 179 Estados abordaron algunos de los temas más conflictivos de la vida de las...

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