Bien, Presidente

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"¡Bien, Presidente!"

José Luis Taveras

Editorial.

Al margen de las reservas generadas por su displicencia en atender reclamos legítimos de la sociedad, Danilo Medina envía señales persuasivas en la forma de administrar el Estado.

Y una de las más inequívocas ha sido la democratización de los procesos de licitación de las obras públicas. La experiencia reciente de los sorteos para la ejecución del programa de construcción de aulas escolares ha sido reconfortante, así como el anuncio de la construcción de viviendas a bajo costo a través de fideicomisos con fondos de pensiones.

Un presidente sin arrogancias, ínfulas ni estridencias está demostrando convincentemente que el poder no es para sostener envanecimientos ostentosos ni para privilegiar a un grupo élite empresarial que suele estrechar y condicionar sus espacios de movilidad y de decisión.

En los pasados gobiernos hubo una concentración de las obras de gran presupuesto entre una logia de contratistas. Estos, además de ser los beneficiarios de las concesiones hechas a través de licitaciones tramadas, le llevaban al Gobierno propuestas de obras públicas infladas y cobraban con preferencia las cubicaciones. Un negocio redondo. Mientras eso pasaba, las pequeñas empresas de ingeniería y construcción languidecían por falta de trabajo. Estos grupos empresariales tienen la ventaja desleal de contar con cabilderos de alto nivel para obtener las contratas más suculentas.

Ese esquema corporativista en la asignación y gestión de las obras públicas drenó muchos recursos a cuentas...

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