Carnaval electoral

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Carnaval electoral

José Luis Taveras

Editorial.

Pocas expresiones civilizadas comparten rasgos con el carnaval. Una de ellas es la campaña electoral en sociedades políticas tribales. Más que un ejercicio de conciencia responsable, es un festín de la barbarie. En ella late la misma febrilidad carnavalesca, dominada, en nuestro caso, por el desenfreno y la pasión. Qué pena que sea así; creíamos que a estas alturas los patrones y las visiones serían distintos, pero el pensamiento político, lejos de madurar, luce atrofiado.

Han cambiado las formas, los costos y las apariencias; en el fondo, permanecen intactas las mismas concepciones cavernarias.

Las campañas electorales son una sátira festiva a la racionalidad democrática donde el ruido impone su imperio, las nalgas reparten su lujuriosa retórica, el ron anestesia la razón y el reguetón nubla el discernimiento. Es indignante permanecer insensibles ante esta locura del gasto en medio de tantas carencias. Qué lástima que la Junta Central Electoral, tan bravucona para defender su desempeño en otros ámbitos sea tan destemplada para imponer su autoridad en este lujoso caos. Bajo la excusa de que no existe una ley de partidos, ha jugado al laisser faire permitiendo impunemente la suciedad ambiental y la saturación esquizofrénica de los contenidos.

Cómo permitir que haya pueblos literalmente forrados de publicidad exterior, convertidos en...

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