Conversacion con un policia, De la serie meditaciones electorales

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"Conversación con un policía, De la serie "meditaciones electorales".

Ernesto J. Armenteros

Cometí el error de mirarlo a los ojos. Estaba distraído. Mientras manejaba en la intersección de las avenidas Máximo Gómez y 27 de Febrero, pensaba en que si uno no tenía cuidado se podía llevar de encuentro a uno de los minusválidos en silla de ruedas que circulan entre los carros en esta esquina de tanto tráfico: es imposible verlos si el vehículo de delante es una camioneta o una yipeta..

Miré a los ojos al policía porque mientras esperaba el cambio de luz se me pegó tanto un vehículo del lado izquierdo que creí que me chocaría. Era una camioneta de la policía y el que manejaba miraba el interior de mi vehículo. Lo miré a los ojos. Grave error. Cuando algo así ocurre uno debe ignorar al individuo y apartarse velozmente lo más pronto posible.

En la avenida John F. Kennedy doblé a la izquierda para coger el elevado. Tan pronto subí a la rampa noté que la camioneta de la policía se me pegaba a mano izquierda y me trataba de bloquear el paso mandándome a parar. Hacía años que no me mandaba a parar un policía y más años aun de que obedecía y me paraba. Desde hace unos años siempre que me intentan parar acelero y sigo.

Consideré brevemente acelerar e irme, pero el tráfico era pesado. Además, el policía parecía haberme leído las intenciones y me bloqueaba; pensé que si lo hacía podía terminar el asunto en un accidente. Pero no me paré hasta encontrar un lugar muy iluminado, estrecho del lado de la vía, donde me parqueé dejando poco espacio entre la autopista y la puerta de mi vehículo. El joven policía se acercó a mi puerta, se dio cuenta que era peligroso mantenerse ahí y dio la vuelta hacia la otra puerta; le abrí un poco la ventanilla. Me dijo que le abriera la puerta. Le contesté que no, que yo no sabía si él era un policía o un delincuente. Me contestó que cómo era posible que yo no supiera qué era él, si estaba vestido de policía y andaba en una camioneta con luces que decía policía, y sin más preámbulos me preguntó si yo tenía armas de fuego en el vehículo. Le contesté que no. Me insistió en que le abriera la puerta. Le reiteré que no, que yo no sabía si él era un atracador, que en dos ocasiones anteriores me habían atracado individuos vestidos de policía. Me contestó, con mucho gesto, que no era verdad que policías me habían atracado en dos ocasiones anteriores y siguió tratando de abrir la puerta. Le contesté que si quería yo lo comunicaba con...

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