Crónica de una muerte anunciada, el descalabro de Puerto Rico

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"Crónica de una muerte anunciada: el descalabro de Puerto Rico"

Ernesto J. Armenteros

Cuatro, cinco y hasta seis décadas atrás los dominicanos pudientes íbamos de compras y de vacaciones a Puerto Rico. La meca eran el Caribe Hilton y Plaza las Américas. Veníamos cargados de productos que no se obtenían en Dominicana: pañales desechables, cereal, carretes e hilo de pescar, piezas de repuestos industriales, ropa, zapatos, etc. Objetos y bienes que hoy en día nosotros encontramos en variedad y cantidad en las numerosas tiendas que tenemos en los enormes centros comerciales que están por doquier. Aquellos de ustedes de menos de cincuenta años no conocieron esos tiempos y no pueden acordarse de las limitaciones en que vivíamos y que un viaje a Puerto Rico nos resolvía. En la era de Trujillo un viaje Puerto Rico nos traía un respiro de libertad. En el periodo de transición de la era de Trujillo, en Puerto Rico encontramos asilo. En aquellos tiempos Puerto Rico tenía el nivel de vida más alto de toda América Latina. Los boricuas siempre nos han recibido con afecto y también lo hicieron con los miles de cubanos que migraron hacia allá a raíz de la implementación del comunismo en Cuba.

Las relaciones fraternales entre los dominicanos y los puertorriqueños se remontan a los inicios de nuestras historias. Los casos de hermandad familiar, cultural y política entre los dominicanos y los puertorriqueños son numerosos. La familia de Juan Pablo Duarte emigró a Puerto Rico cuando España cedió nuestro territorio a Francia. Hostos, nuestro insigne educador, era de origen puertorriqueño. Mir, nuestro poeta nacional, era de origen puertorriqueño. Balaguer y Juan Bosch tenían familia en Puerto Rico y ambos fueron acogidos cuando salieron como perseguidos políticos. Cientos de dominicanos que salieron durante la Revolución de abril del 65 y la ocupación de los marines norteamericanos —después que tumbaron el Gobierno de Juan Bosch— fueron acogidos en Puerto Rico. Entre ellos a mi hermano, médico pediatra que salió con 800 niños hijos de diplomáticos a su cargo, que fueron evacuados en un barco de guerra norteamericano.

Le debemos mucho a Puerto Rico.

PUERTO RICO POSTRADO

Veinte días tras el paso del huracán María? y un mes después del huracán Irma, Puerto Rico todavía no tiene electricidad —a pesar de las erróneas declaraciones de la FEMA, la agencia federal de ayuda en casos de desastres naturales. En la actualidad, los puertorriqueños tienen limitado acceso a combustible y comida, las comunicaciones son precarias, las compras y las ventas son en efectivo, no hay tarjetas de crédito. No hay internet.

Los bancos están cerrados. Hay poblaciones anegadas. Todo esto es muy penoso. Pero sí se está trabajando en la reconstrucción, aunque se necesita mucha ayuda: la isla está postrada bajo un choque emocional por la inmensa destrucción.

El Gobierno puertorriqueño está quebrado e intervenido por una junta administrativa nombrada por el Congreso de los Estados Unidos.

Puerto Rico está a la merced de la voluntad de los políticos y del Gobierno federal norteamericano, sin derecho a reclamarle ayuda a nadie. Solo pueden depender de la compasión del Congreso norteamericano.

¿QUÉ LLEVÓ A PUERTO RICO A CAER EN ESTA SITUACIÓN?

La explicación es larga y compleja, y es una que debemos estudiar los dominicanos para que no sigamos los pasos de Puerto Rico, como lo estamos haciendo.

A pesar de la complejidad de la quiebra del Gobierno de Puerto Rico, el fundamento es muy simple. Por décadas, muy particularmente en la última, el Gobierno ha gastado por encima de sus ingresos y el faltante lo ha tomado prestado directamente o lo ha obtenido emitiendo bonos garantizados por el Estado: lo mismo que estamos haciendo nosotros los dominicanos. Obviamente, el costo de los intereses de los préstamos agrava año tras año la falta de liquidez para cumplir las obligaciones corrientes y poder pagar los préstamos, lo cual implica más endeudamiento en una espiral que, como pronosticaron los economistas responsables, terminaría en una catástrofe económica. En una quiebra. La crónica de una muerte anunciada se planteó al igual que en el caso de la novela de García Márquez. El catastrófico desenlace era conocido por todos pero no se hizo nada para evitarlo.

La espiral de endeudamiento de Puerto Rico se prolongó hasta que en el 2015 se le cerró el crédito cuando se hizo evidente que el país no tenía capacidad de pagar la deuda. En el 2016 lo expuso oficialmente, en efecto, declarándose en quiebra. Esto generó un maremagno de conflictos y de acusaciones de irresponsabilidad y de corrupción que provocó que el Congreso de los Estados Unidos nombrara una junta administrativa que con el encargo de aprobar o no las medidas tomadas por el Gobierno puertorriqueño. En efecto, virtualmente se eliminaron los vestigios de gobierno local, aunque los funcionarios siguieron en funciones en un estatus que pocos entienden y sobre el cual hay tantas opiniones que ni un superletrado lograría conciliarlas.

Mientras Puerto Rico trataba de lidiar con su catástrofe económica, primero, el huracán Irma azota Puerto Rico y luego, dos semanas después, el gigantesco huracán María, el más grande en los últimos 83 años, destruye la isla cruzándola...

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