Las cuentas de un MVP

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Las cuentas de un MVP

José Luis Taveras

Ahora que los partidos proponen candidatos definitivos a las próximas elecciones presidenciales es preciso poner ciertas cuentas claras. No es posible que sigamos asumiendo como banal el juicio público a la moral personal de los futuros presidentes. Es el momento de proscribir esa actitud permisiva e indulgente de nuestra particular cultura política.

En democracias maduras, los políticos tienen que soportar el más severo escrutinio a sus vidas personales, familiares y patrimoniales. Son incontados los casos en que candidatos, presidentes, primeros ministros, gobernadores y senadoreshan tenido que abandonar sus aspiraciones o dimitir a sus cargos por conductas que en nuestra escala de valores pudieran calificarse como triviales. El caso más reciente es el del señor Paul Wolfowitz, ex presidente del

Banco Mundial.

La corrupción ha sido el más sensitivo problema público desde que le pusimos nombre a esta nación. Debemos abordar este issue con clara determinación. La actitud moral de un candidato frente a la gestión pública constituye un factor de invaluable ponderación de los electores; no es una cuestión intrascendente que puedaser cubierta por clichés propagandísticos o por una imagen construida artificiosamente en los spots o en los mágicos filtros del Photoshop.

¿Cómo es posible que el fraude más estridente que haya conmocionado la administración municipal española en toda su historia y cuyo rumor envuelve al candidato a la presidencia del PRD, Miguel Vargas Maldonado, no haya merecido una explicación concluyente por parte de éste o de su propio partido? Se trata de un tema tabú manejado con glacial e irresponsable hermetismo. Llegó el momento de hablar.

No dudamos...