Cuidado con eso, magistrados

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"Cuidado con eso, magistrados"

Editorial.

La reforma Judicial dominicana generó más expectativas que logros: todavía, ocho años después, la sociedad sigue con atención los avances de este proceso. No son necesarios inventarías o balances, los resultados están ahí, valorados, en forma distinta, por una población celosamente vigilante de sus instituciones. Entre sombras y luces, tenemos un Poder Judicial con una independencia externa más afirmada y un desempeño más moderno y eficiente.

Sin embargo, todavía nos asalta una aprehensión legítima: no sabemos, a profundidad, si todos los jueces están conscientes de las elevadas responsabilidades sociales que entraña esa investidura en el contexto de los cambios operados; en otros términos, si su accionar se encuentra enteramente conciliado con la visión de la reforma institucional emprendida. Y es que ahora una inconducta aislada de un magistrado se destaca más que antes, porque tenemos una sociedad exigente y consciente del valor de una justicia sana, menos tolerante a comportamientos permisivos. La experiencia de Higüey es inequívoca, donde una comunidad pidió a gritos la cabeza de un magistrado que descargó a unos religiosos de horrendas imputaciones.

Si todavía no lo saben, honorables magistrados, aquí se conoce a cada juez tanto por su nombre como por sus debilidades; se sabe quiénes se prestan a tratos furtivos de despachos y quiénes están comprometidos auténticamente con la reforma. La justicia que tenemos todavía no es la ideal, sino la posible.

Que nadie crea que somos cándidos al concebir la judicatura como un mundo edénico poblado de seres angelicales. Gaceta Judicial valora conductas nobles, pero reprueba, con inclemencia, desatinos y actos corruptos, y siempre estará solícita a denunciar a cualquier magistrado, sin importar su...