Discurso de recepción de doña María José Rincón González

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"Discurso de recepción de doña María José Rincón González, académica de número de la Academia Dominicana de la Lengua, con ocasión de la incorporación como académico de número de la Academia dedon Fabio J. Guzmán Ariza"

Casa de las Academias Santo Domingo, República Dominicana 16 de diciembre de 2014.

Revista No.337, fecha Diciembre 2014 Enero 2015.

En mi condición de académica hoy me cabe al honor y la satisfacción de responder a las palabras que pronuncia Fabio Guzmán Ariza al incorporarse como miembro de número a esta Academia Dominicana de la Lengua.

El comienzo de su discurso me ha recordado a Pedro Salinas cuando se preguntaba el porqué de su Defensa del lenguaje: "No soy filólogo ni lingüista", decía Salinas. "Nunca he mirado el idioma desde la vertiente científica" . Sin embargo, varias razones lo conducen a su defensa.

La primera razón es íntima. El poeta describe su emoción, después de varios años de estancia en un país de habla inglesa, al verse rodeado de lo que él llama "un aire lingüístico español […]. Sí, he vuelto a respirar español en las calles de San Juan, en los pueblos de la isla. Y he sentido una gratitud, no sé a quién, al pasado, al presente, a todos y a ninguno en particular, gratitud a los que me dieron el idioma al nacer yo, a los que siguen hablándolo a mi lado".

La segunda razón para su Defensa del lenguaje es la preocupación que le corresponde a un hombre culto por la reflexión sobre la lengua como "motivación profundamente vital. Le preocupa porque se da cuenta del poder fabuloso, y en cierto modo misterioso, contenido en esas breves celdillas sonoras de las palabras. Ha percibido el hombre moderno, quizá un poco tarde, acaso todavía a tiempo, que las palabras poseen doble potencia: una letal y otra vivificante. Un secreto poder de muerte, parejo con otro poder de vida; que contienen inseparables, dos realidades contrarias: la verdad y la mentira, y por eso ofrecen a los hombres lo mismo la ocasión de engañar que la de aclarar, igual la capacidad de confundir y extraviar que la de iluminar y encaminar".

Hermosas palabras de un poeta que se acercan con maestría al poder de la palabra, y que podemos aplicar aún más si cabe, al poder de la palabra jurídica. Aunque quizás sea un atrevimiento por mi parte ante una audiencia como la de hoy, no me resisto a recordar que, dice una maldición gitana, allá por mi pueblo natal, "en pleitos te veas, aunque los ganes".

El lenguaje jurídico está destinado al ciudadano, a...

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