ENTREVISTA: Benjamín Rodríguez Carpio

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"ENTREVISTA: Benjamín Rodríguez Carpio"

Renunciante juez del Tribunal Superior de Tierras del Departamento Este.

Gaceta Judicial. A mucha gente sorprendió su salida del Poder Judicial, pues se le consideraba un hombre de mallete. ¿Por qué la renuncia?

Benjamín Rodríguez Carpio. Ciertamente, le sorprendió a muchos, comenzando por mis padres y parte de mi familia. Era una decisión que venía ponderando hace muchos años. Simplemente sentí que había llegado el momento de dar ese paso. Entendí que debía decidir si quedarme de por vida en el tren judicial o dedicarme a otras actividades. Decidí lo último, primero porque, luego de casi diecisiete años en el Poder Judicial, creo que ya he cumplido mi cometido en esas funciones.

Segundo, razones familiares: para poder ascender a juez de corte tuve que aceptar irme a la región este, al Seibo; efectivamente, puesto que soy nativo de Higüey, retorné a vivir a casa de mis padres. Pero mi vida profesional, personal y docente se había desarrollado en el Cibao, específicamente en Santiago. Así que este año y medio que duré como juez en el Este no fue fácil para mí ni para mi familia.

Sumado a esto, mi salida de la judicatura me permitirá cultivar otros intereses. Mucha gente dirá: "otro que renuncia a causa de los bajos salarios". Y yo respondo: por un lado, ese fue un factor, porque cuando uno tiene familia se hace cada vez más difícil subsistir con un salario que, vale decirlo, no es el mejor del sector público ni proporcional a las delicadas tareas que desempeña un juez, mucho menos a la dignidad de la investidura. Pero, por otro lado, el ejercicio del juez es una especie de sacerdocio en el que, de alguna manera, se hace un voto de pobreza: si uno acepta ser juez, tiene que saber que hace ese voto. Yo no hubiera tenido ningún inconveniente en continuar en esas condiciones, pero ese no era el único factor.

En resumen, fue la suma de muchas circunstancias profesionales, personales, docentes y, sí, económicas.

Por último, creo saludable que en el Poder Judicial haya movilidad: mi salida permitirá algunos ascensos. Duré casi quince años como juez de primera instancia porque nunca se produjo una vacante en la corte aquí en Santiago y, para poder ascender, como ya dije, tuve que cambiar de ciudad. Lo mismo pasa con otros. Esa es una de las desventajas de la inamovilidad, como no sea por jubilación, destitución o renuncia, se crea un tapón, un cuello de botella, y mucha gente queda bloqueada por mucho tiempo en un mismo puesto, sin posibilidad real de ascenso.

GJ. ¿A qué se dedicará en lo adelante?

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