La fusión de la isla: ¿mito o amenaza?

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"La fusión de la isla: ¿mito o amenaza?"

José Luis Taveras

Hace varios años, antes del terremoto, publiqué un trabajo de portada en Gaceta Judicial titulado "Haití: amenaza apocalíptica". El ensayo estaba ordenado con base en preguntas inquietantes que hoy, lejos de disiparse, perturban el espíritu más contemplativo. Fueron estas: "¿Qué pasaría con las futuras generaciones dominicanas si ante una situación de hambruna o de explosión social tuviera que soportar un éxodo masivo y violento de miles de haitianos? ¿Cuál sería el papel de la comunidad internacional?: ¿nos impondría soluciones drásticas como lo hizo en los Balcanes o presionaría por un nuevo estatus político para las dos naciones?" En poco tiempo aquellas premonitorias preocupaciones se han traducido en amenazas tan inequívocas como inminentes.

Después del terremoto de enero de 2010, Haití emergió del olvido para convocar la caridad mundial en un plan de reconstrucción material. Con el paso del tiempo, las promesas de ayuda se fueron evaporando a tal nivel que recientemente el primer ministro haitiano Laurent Lamothe declaró que de los 9,000 millones de dólares prometidos a Haití, solo el 48 % había sido entregado, especialmente en asistencia humanitaria y de urgencia.

La crisis financiera mundial, otro cataclismo ruinoso, dejó colgada en la intención muchas promesas para Haití, pero también la ausencia, en ese país, de controles e instituciones confiables para recibir y canalizar la ayuda. Nuevamente Haití pierde interés en la agenda internacional. Tal realidad es obvia: ninguna inversión en una nación sin recursos ni capacidad de pago, institucionalmente fallida, con estructuras tribales y bajo amenazas latentes de convulsiones políticas, es razonable ni retributiva. El costo es alto, los riesgos mayores. De ahí que en la lógica geopolítica occidental la República Dominicana sea vista como la llave maestra para cualquier "solución haitiana". Esa percepción se fortaleció con ocasión del terremoto de Haití cuando la cooperación internacional usó las infraestructuras, servicios y medios dominicanos para agenciar la ayuda. Muchos periodistas, reporteros, diplomáticos y hombres de Estado y de gobierno, que sabían de Haití por historia o cultura, se dieron cuenta de que la República Dominicana es parte esencial y estratégica de la sostenibilidad de la vecina nación.

De repente aparece una sentencia dominicana aparentemente inocua que resolvía un reclamo particular, pero que disponía medidas que afectaban derechos adquiridos de miles de personas con un aparente estatus migratorio irregular, lo cual causa uno de los escándalos más traumáticos de lo que va de siglo. Nadie podía sospechar que la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional iba a activar de tal forma los sensores de los centros de poder del mundo en un tema interno. Desde el año 1978, cuando Balaguer...

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