¿Gobierno feudal?

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¿Gobierno feudal?

José Luis Taveras

Editorial.

Los gobiernos de Leonel Fernández estuvieron marcados por una suerte de caudillismo corporativo.

Fernández tempranamente comprendió que para permanecer en el poder el modelo de Bosch no era una elección históricamente aconsejable, por eso abrazó el caudillismo de Balaguer. Lo afirmó, modernizó, burocratizó y lo impuso como cultura de poder con artificiosas apariencias institucionales.

Esa concepción corporativista estuvo sustentada por una concentración orgánica o colegiada del poder en el que el reparto de los ministerios del Estado nunca respetó criterios de competencia, idoneidad o calificación sino simples méritos jerárquicos dentro de la organización y los más privilegiados fueron los miembros del Comité Político o los más leales cortesanos del líder.

Cada funcionario se asumió como dueño de un feudo. Esa autonomía fáctica, subjetiva y autocrática se entronó tanto en la Administración que los despachos expresaron la impronta personal de sus inamovibles titulares. Eso hizo que muchos de ellos se convirtieran en figuras repulsivas e impopulares. Su soberbia le ha reportado las más bajas calificaciones al partido oficial.

A pesar de los loables esfuerzos del presidente Danilo Medina por proyectar un gobierno cercano, solidario y sencillo, parte de sus funcionarios socavan esas intenciones con actuaciones destempladas, arbitrarias e intolerantes. Esos comportamientos responden, en cierta medida, a su convencimiento de que por ser de la cuota del expresidente Leonel Fernández en la actual...

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