Jesusito va a Roma y al Vaticano a solicitud del papa Francisco

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"Cuento de Navidad 2018 Jesusito va a Roma y al Vaticano a solicitud del papa Francisco"

Ernesto J. Armenteros

Jesusito, el que nació en un cafetal de Juanito en Rancho Arriba, regresó de su traumático viaje a Haití, adonde fue a llevar ayuda material y consolación divina a los haitianos después del catastrófico temblor de tierra que destruyó Puerto Príncipe y causó miles de muertos.

De esa experiencia la imagen que más le perduraba a Jesusito era la de madres dominicanas amamantando los recién nacidos haitianos huérfanos.

Esa imagen le trae a Jesusito lucubraciones relacionadas con sus propios orígenes. Después de que fue abandonado en el cafetal de Juanito y encontrado un día de Navidad, lo acogió María Magdalena, dominicana, lo amamantó y lo adoptó como su madre propia. Para Jesusito, María Magdalena era su madre espiritual, cargada de bondad, compasión y amor por todos.

A Jesusito no le cabe duda de que el amor que proclama Jesús el nazareno transciende las barreras del color, el idioma, la cultura, las fronteras y une a todos los seres humanos como hermanos en Cristo.

Después de que Jesusito regresó de Haití fue recibido por María Magdalena y su caterva de amigos con un sancocho con aguacate, tostones y picadera de puerco asado. Era tiempo de Navidad y hacía fresco en la zona de Rancho Arriba.

A partir de esa ocasión, Jesusito se dedicó con más ahínco que nunca a servir a sus feligreses en su vocación pastoral. Se esforzó en estudiar teología, filosofía, historia de la Iglesia y la Biblia, aprendió a distinguir los mandamientos de la Iglesia generados en los concilios vaticanos y el contenido de la biblia, sobre todo aquellos impolutos por consideraciones circunstanciales posteriores.

Jesusito no perdía las ocasiones para conversar sobre historia, filosofía, moralidad, compasión, tolerancia y amor por el prójimo cuando sus amigos Juanito y Cuco lo visitaban y le traían lo acostumbrado: una libra del exquisito café del lugar donde nació en Rancho Arriba.

El tiempo transcurría y la reputación de Jesusito como pastor y erudito se difundía por la comarca. Se rumoraba que sería nombrado obispo por el papa Francisco.

Ocurrió lo inesperado. El papa Francisco lo llamó para que fuera a conversar con él en el Vaticano.

Jesusito se fue a la Ciudad del Vaticano cargado de ilusión y esperanza de poder aportar en algo a la Iglesia católica y apostólica. Además de estas ilusiones, también cargaba una cámara fotográfica que le habían regalado los feligreses para que les trajera fotos de su viaje.

Jesusito fue al Vaticano a acudir a su cita con el papa Francisco. En el trayecto se quedó maravillado por la imponente arquitectura de la Santa Basílica de San Pedro y del esplendor de sus esculturas, pinturas y capillas. Se quedó estupefacto ante la riqueza de ese entorno que deificaba la figura central de la Iglesia, el papa.

Jesusito fue escoltado ante la presencia del papa Francisco, que lo esperaba con una sonrisa y la mano extendida.

Impresionado por la panoplia precedente, Jesusito se dirigió al papa reverentemente y le empezó a decir: "Su santidad reverendísima...". El papa lo interrumpió y le dijo "Llámame Francisco, tú y yo somos pastores de los desposeídos, curas del pueblo para servir al pueblo que más amó Jesús, a los humildes. Te solicité que me visitaras para que me orientaras sobre problemas que están afectando la credibilidad y la moralidad de los pastores, lo cual es esencial para difundir la palabra de nuestro señor en lo más esencial, que como sabemos, es el amor fraternal entre todos."

Jesusito comenzó a contestarle a Francisco: "No estoy seguro que yo esté capacitado para servirle…".

Francisco lo interrumpió y le dijo "yo sé que sí, no fuiste seleccionado caprichosamente, te seleccioné personalmente tomando en consideración tus orígenes, dedicación al trabajo pastoral y tus extensos conocimientos de la teología e historia de la Iglesia. Vamos directamente a lo que me atormenta y nos ha creado una crisis gravísima dentro de la Iglesia. Contéstame con plena libertad: ¿Cuál es la situación en la República Dominicana con relación a la pederastia por parte de los curas y los obispos?

Jesusito contestó, ya en más confianza: "La cultura del pueblo dominicano percibe la pederastia como una abominable desviación de mentes enfermas. A los que transgreden la ley y la moral de esta forma, y hay casos, no solamente los rechazan, sino que si les dan la oportunidad a los reclamantes de justicia, los matan a palos y los linchan. Si los transgresores tienen la buena fortuna de ser protegidos por la policía y enviados a juicio y condenados a cárcel, su vida es un martirio. Los otros presos no tienen tolerancia con los pederastas".

Jesusito continuó "sí han ocurrido casos escandalosos de pederastia, pero uno de los más recientes no fue cometido por un dominicano, fue el representante del Vaticano ante la Iglesia dominicana. Fue un incidente muy lamentable, que ocasionó una difundida y perniciosa noticia para la reputación de la Iglesia."

"Sí, lo sé", le contestó Francisco, "murió en el Vaticano, en desgracia. Lo que más me consternó de ese caso es que antes de que se recomendara ese nombramiento en la República Dominicana la Curia conocía su historial. Espero que Dios en su misericordia lo perdone y acoja en su seno."

Jesusito, ya sintiéndose más en confianza con Francisco, se atrevió a continuar: "Papá Dios tendrá que extenderse en su compasión por ese personaje porque para colmo de males acusó a otros curas, e incluso a otro obispo inocente de pecado, de los pecados que el cometía, calumnias para encubrir las transgresiones de la ley divina y humana que él cometió".

"Sí, lo sé", volvió a comentarle Francisco, "he hecho lo posible por remediar lo ocurrido consciente del daño de las calumnias. Después de que se difunden...

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