Pandillerismo juvenil, antesala del crimen organizado

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Pandillerismo juvenil: antesala del crimen organizado

Héctor Dotel Matos

Cuando tomamos conciencia, hacia comienzos del siglo XX, del nuevo fenómeno social que es la delincuencia juvenil, se trató de explicarlo. Mientras que la opinión pública incriminaba alternativamente a la miseria, el régimen capitalista, el cine malo, la mala educación, el divorcio, etcétera, los sabios estudiaban el fenómeno de manera científica.

Ellos examinaban a los jóvenes delincuentes, analizaban sus reacciones, observaban su entorno, exploraban su ascendencia, se informaban sobre su pequeña infancia. Dirigían las estadísticas, emitían las hipótesis, formulaban las conclusiones.

Sin embargo, a pesar de muchos estudios profundos, la síntesis aún está lejos de ser hecha. Las investigaciones sobre la etiología del comportamiento delictuoso han sido hasta aquí las más fascinantes, las más numerosas y, sin embargo, en cierto sentido, las más decepcionantes. Cientos de estudios, algunos manejados con un impresionante rigor científico, se han consagrado a las causas del comportamiento delictuoso y criminal, pero sin proponer todavía ninguna teoría completamente satisfactoria.

No se podría, sin embargo, deducir de esta constatación que tantos trabajos han sido en vano. Si los mismos han logrado, hasta ahora, una explicación exhaustiva de los comportamientos humanos desviados, asociales o antisociales, ellos entienden muchos de esos comportamientos y, lo que es más importante, nos ayudan a prevenirlos y a tratarlos a menudo con éxito.

Se puede, con varios autores, reducir a dos grandes categorías los factores etiológicos: de un lado, los factores que producen beneficio a la persona del delincuente, que son de naturaleza somática, fisiológica, biológica, psíquica, etcétera, que se llaman también factores endógenos, y, de otro lado, los factores llamados exógenos, exteriores al individuo, por mayoría de naturaleza social o sociológica, pero también psicológica, pues hay interacción entre todos esos factores.

Pero la predicción de Víctor Hugo:Una escuela que se abre, es una que se cierra, ha sido cruelmente desmentida. No queda menos que el cuadro escolar convertido, desde el debilitamiento de la estructura familiar, el más cerrado y el más estable para el niño. La enseñanza que allí recibe constituye la base de su formación profesional y el fundamento de su futura vida cultural y social. Pero cada vez más, el maestro debe hacerse educador a fin de paliar, en una medida...

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