Una manifestación de avance político y social

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"Una manifestación de avance político y social"

Ernesto J. Armenteros

Lucubraciones

Gaceta Judicial

LA MARCHA VERDE

Cuando los extremistas islamitas se colocan un cinturón explosivo y se inmolan en lugares públicos asesinando mujeres, niños, ancianos, sin distinción de edad, religión, sexo, lo que ese islamita extremista está haciendo es manifestándose en contra de los gobernantes. Para la gran mayoría de los hombres este tipo de actuación es cruenta, irracional, contraproducente. Para los islamitas extremistas es un acto de sacrificio heroico. Su recompensa será un paraíso con el disfrute de numerosas vírgenes. Un concepto anacrónico que perdura hasta nuestros días.

El que en el siglo XXI todavía existan creencias de esta naturaleza y que para imponerla se vaya al enfrentamiento armado es evidencia de que hay reductos de la humanidad tan atrasados socialmente que todavía apelan al más básico y primitivo de los métodos para imponer su voluntad: la violencia. Afortunadamente, en las sociedades en que las mayorías creen que la lucha armada no es la forma idónea de manifestar su desacuerdo con las actuaciones políticas de los gobernantes, se recurre a las manifestaciones, marchas y las agrupaciones pacíficas, a las marchas verdes.

QUE LOS DOMINICANOS HAYAMOS ESCOGIDO LAS MARCHAS VERDES PARA HACER RECLAMOS POLÍTICOS NOS DEBE DE LLENAR DE SATISFACCIÓN Y AMOR PATRIO.

Las manifestaciones pacíficas tienen un origen histórico reciente: Mahatma Ghandi logró, en 1947, después de décadas de resistencia pacífica, la independencia de la India del Reino Unido. Antes de esta demostración del poder de la manifestación pacífica, las diferencias políticas entre gobernados y gobernantes se dirimían con la violencia.

Nosotros, los dominicanos, somos herederos de las culturas europeas y africanas. En la Edad Media en Europa, prevalecía el oscurantismo religioso, la superstición, la ignorancia, la violencia y la imposición arbitraria del poder. La vida era corta, violenta y barata. En África la situación era similar a Europa; la autoridad se implantaba por la violencia y la superstición. En la Edad Media no había tolerancia para aquellos que tenían algo que reclamar a los gobernantes. Este fue el caso, también, en la era de Trujillo, donde lo que imperaba era lo que en aquellos tiempos llamábamos la ley del embudo: todo para ti, nada para mí. . Afortunadamente, las imposiciones de estos regímenes tiránicos, queremos pensar, son embelecos históricos que hemos...

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