Manuel Atienza y su visión del derecho del milenio

AutorEdward Andrés Núñez-Merette P.
CargoExprocurador fiscal titular de la Fiscalía del Distrito Judicial de Hermanas Mirabal, miembro de la Carrera del Ministerio Público, actual procurador general de Corte
Páginas1-8

El autor sostuvo una amena y enriquecedora conversación con Manuel Atienza, diálogo que tuvo como escenario la Universidad de Alicante, España. En esta entrevista hablaron sobre la transformación jurídica por la que atraviesan Europa y América Latina en lo concerniente a temas constitucionales, filosóficos, penales y argumentativos, así como el arribo de la inteligencia artificial.

Edward: ¿Quién es Manuel Atienza?

Manuel Atienza: Nací hace 72 años en el norte de España, en Asturias, cerca de Oviedo. En la universidad de esa ciudad estudié derecho y allí hice una tesis doctoral que leí en 1976, sobre la filosofía del derecho en Argentina. El tema de mi tesis me había llevado a visitar Argentina (por primera vez) en 1975 y allí establecí contacto con muchos filósofos del derecho que, desde entonces, fueron mis maestros; lamentablemente, muchos de ellos ya han fallecido. En España, mi maestro había sido Elías Díaz, quien dirigió mi tesis doctoral y con el que siempre he mantenido (y sigo manteniendo) una estrecha relación. Mi vida ha sido la de un profesor que ha tenido las cosas, podría decir, bastante fáciles. Viví la última época del franquismo (tiempos difíciles para quienes teníamos una ideología de izquierdas), pero eso duró únicamente unos pocos años de mi trayectoria como profesor. De manera que pude gozar de una situación de considerable privilegio: desde comienzos de los años 80 España tuvo (con algún que otro sobresalto) una situación de bastante estabilidad política, con un notable desarrollo económico, social y cultural, y en la que las garantías de los derechos humanos alcanzaron un nivel considerable. No creo que haya muchas críticas que hacer desde la perspectiva de los derechos humanos clásicos (las libertades civiles y políticas), si bien no cabría decir lo mismo en relación con los derechos más vinculados con la igualdad. En esto, España ha seguido la misma senda que los demás países occidentales, lo que quiere decir que las desigualdades entre la gente (empezando por la desigualdad en los ingresos económicos) no ha hecho más que aumentar en los últimos tiempos. En ese contexto, ser profesor universitario supuso contar con una situación de estabilidad y también con recursos considerables para llevar a cabo proyectos. Seguramente alguien que se dedicara a las llamadas “ciencias duras” no podría decir lo mismo. Pero en las facultades de derecho españolas ha habido, durante las últimas décadas, una situación de gran abundancia de medios. Yo creo haberlos provechado de manera razonable y eso me ha permitido llevar a cabo una serie de empresas que han ido bastante bien. He sido profesor en varias universidades españolas, pero desde 1983 me radiqué en Alicante, y aquí se ha constituido un grupo de filosofía del derecho que, me parece, ha llevado a cabo un trabajo notable. Lo más destacable es la creación de la revista Doxa (que se publica desde 1984), un máster de argumentación jurídica que lleva ya más de 21 ediciones y por el que han pasado muchos juristas latinoamericanos, y la producción de un buen número de trabajos situados en el campo de la filosofía del derecho que se refieren a una temática muy variada: desde la teoría de los enunciados jurídicos hasta la bioética, la ética jurídica o las deontologías profesionales. He hecho estancias de trabajo en algunas universidades extranjeras: Maguncia, Milán, Harvard, Cornell. Y ahora soy profesor jubilado (emérito) en la universidad de Alicante. En resumen: he tenido una vida profesional satisfactoria. Y tampoco me ha ido mal en lo personal. Me considero, pues, un privilegiado.

Edward: ¿Por qué eligió dedicarse a la filosofía del derecho? ¿Ha valido la pena esa elección?

Manuel Atienza: Antes de ir a la universidad me interesaba mucho la literatura, la filosofía y el griego. Opté por estudiar derecho porque, de alguna manera, intuía que podía ser una especie de filosofía práctica. Y me parece que no me equivocaba mucho. Vistas las cosas en perspectiva, yo creo que fue una elección acertada. Me gusta decir que el derecho no solo tiene importancia práctica, sino que es también una actividad de gran interés teórico. No hay prácticamente ningún problema jurídico relevante que...

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