Desarrollo del mercado de valores, la proteccion al inversor

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Desarrollo del mercado de valores, la protección al inversor

La protección al consumidor se considera un derecho fundamental.

Aunque la operación de los mercados de valores puede resultar complicado, su concepción básica es bien sencilla: las empresas colocan públicamente –por intermedio de plataformas físicas o electrónicas de negociación- valores que representan todo o parte de su capital o de deuda u obligaciones empresariales emitidas a su cargo, para que éstos sean adquiridos por inversionistas con la asistencia de agentes o intermediarios bursátiles, a cambio de una comisión por intermediación.

Con esta operación de intermediación de manera directa, el emisor, al colocar los valores, busca liquidez para el desarrollo de sus planes empresariales y, los inversores, rentabilidad de su capital. De esta manera se logra la canalización del ahorro hacia la inversión y, lógicamente, el aprovechamiento de los capitales para el desarrollo económico y social.

Esta descripción sencilla del fundamento básico del mercado de valores es suficiente para comprender que el actor principal en este sistema es el inversor. Sin inversores no hay mercado, no importa la cantidad de emisores que quieran o pretendan acudir al mismo; y sólo hay inversores, y por tanto mercado, cuando existe confianza, la cual, a su vez, sólo se logra mediante un preciso sistema de regulación administrado por órganos reguladores institucionalmente fuertes (en todos los sentidos). Como afirmaba en 2004 el FIN-USE (Forum de la Comisión de Mercados Internos de la Unión Europea): “Consumer confidence in the financial services industry is the key pre-condition for building a successful single market”1.

Esta relevancia del inversor en el mercado de valores no es tema reciente. Como afirma Belando Garín, “la regulación pública del mercado de valores desde sus inicios, ha tenido siempre como objetivo la protección del inversor, aún en países de tradición marcadamente liberal”2. No obstante, la búsqueda de mercados más competitivos y globales mediante prácticas o mecanismos de liberalización o desregulación alejó al inversor de los objetivos de la regulación y, lo que es peor, lo expuso en mayor grado a la afectación de sus inversiones por las prácticas riesgosas o fraudulentas que estas políticas, en cierta manera, propiciaron o alentaron. Esta desprotección al inversor es de las primeras críticas que la doctrina reciente ha vertido sobre las teorías de la liberalización o desregulación del mercado, tendencias éstas basadas en lo que el presidente Ronald Reagan denominó la “magia del mercado” y George Soros el “fundamentalismo de mercado”.

Sin embargo, se produjo un efecto boomerang. Es decir, precisamente la...

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