Las nefastas historias del poder absoluto

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"Las nefastas historias del poder absoluto. De la serie "meditaciones electorales".

Ernesto J. Armenteros

Recientemente vimos las fotografías y los videos del coronel Gadafi de Libia siendo apresado, apaleado, masacrado y finalmente asesinado. Se dice que antes de morir le introdujeron un tubo por el ano. Corría la sangre mientras se le distorsionaba la cara en una mueca de dolor e incomprensión. ¿No era este el pueblo que lo quería? El balazo que finalmente le dieron en la cabeza posiblemente fue de compasión.

Muamar el Gadafi era, a la hora de su muerte, con la excepción de Fidel Castro, el gobernante que por más largo tiempo había disfrutado de poder absoluto. Como suele ser el caso con los dictadores, la adulonería lo había llevado a un estado de arrogancia y aislamiento de los ciudadanos de Libia tan extremo que se produjeron esas manifestaciones publicas de inverosímil despliegue de megalomanía que vimos todos por televisión. Ridículas. Lunáticas. Gadafi acentuaba su irracionalidad con atuendos estrambóticos pues parece que nadie se atrevía a decirle que era propio de un desquiciado. Era de rigor en todo escrito en que se le hacia referencia, además de los títulos rimbombantes, hacer hincapié en lo buen mozo que era. Aparentemente lo fue cuando tomó el poder, se lo dijeron y le gustó que lo adularan. Es posible que -como suele ocurrirle a los que ejercen el poder absoluto sin permitir críticas- entre otras atribuciones inverosímiles se creyera que era bonito.

Narcisismo. Se convirtió en una rutina similar a aquella que le incorporaron a nuestro dictador, al cual era de rigor llamarle "Excelentísimo Señor Generalísimo Doctor Rafael Leónidas Trujillo Molina, Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva". Si no quiso que a sus títulos le añadieran el de buenmozo es posible que fuera porque no quería dar muestras de tendencias afeminadas, como se entendía en esa época lo era el narcisismo, aunque Trujillo lo practicara con desparpajo como lo hizo Gadafi, con similares despliegues de atuendos inapropiados para el clima, la miseria ambiental y la cultura.

Trujillo murió en forma no muy diferente a Gadafi. Baleado y masacrado en una carretera. Odiado. Sadam Huseín, el dictador de Irak, tuvo mejor suerte. Después que los militares estadounidenses le encontraron metido en un hoyo y lo apresaron, lo sometieron a un bizantinamente complejo proceso jurídico. El final era predecible desde que lo atraparon: Huseín acabó siendo ahorcado sin...

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