Odebrecht y las élites políticas y económicas

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"Odebrecht y las élites políticas y económicas"

Rosa Cañete Alonso

Economista, especialista en desarrollo y ayuda internacional.

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El escándalo del gigante de la construcción Odebrecht ha conmocionado América Latina y el Caribe y parece que no dejará títere con cabeza. El sector privado y la clase política han desarrollado todo tipo de estrategias para asegurarse privilegios a costa de los derechos de los demás. Es un claro ejemplo de lo que hemos llamado secuestro de la democracia o captura del Estado, en el cual las élites políticas y económicas se articulan para definir políticas públicas, leyes, regulaciones o el uso del erario en su propio beneficio impidiendo al sistema democrático cumplir uno de sus principales principios: la igualdad en la garantía de derechos de toda población.

América Latina y el Caribe es una región donde la inequidad sigue enrojeciendo a sus gobernantes. Es la región del mundo con mayor desigualdad en el reparto de su ingreso y también de su tierra. La riqueza se acumula en muy pocas manos: en 2014 solo 32 personas tenían una riqueza equivalente a la de la mitad de la población más pobre, 300 millones de personas . En la República Dominicana una persona de un hogar del 10 % más pobre tendría que trabajar 214 años para ganar lo que gana una persona de un hogar multimillonario de su país en un mes . En otros derechos como la salud y la educación las brechas entre ricos y pobres son aún determinantes: mientras las clases altas reciben en promedio quince años de educación, los pobres apenas alcanzan a cursar la primaria completa ; los niños pobres de Bolivia, Honduras, República Dominicana y Colombia tienen de dos a cinco veces mayor probabilidad de morir en el primer año de vida que los niños ricos . Es evidente que el buen desempeño económico regional (en su mayoría países de ingreso medio) y, en especial, el de la República Dominicana, el país que más crece de la región, no ha sido utilizado de manera suficiente para reducir las desigualdades, sino que sigue privilegiando a unos frente a otros. Si hablamos de concentración extrema de riqueza, ingreso u oportunidades, debemos hablar también de concentración extrema de poder. No sabemos si el poder produce riqueza y oportunidades o es al revés, lo que sí sabemos es que van juntos y que se refuerzan entre sí.

El secuestro de la democracia, producto de esta concentración de poder, toma diferentes nombres y caras, las cuales describí en un trabajo previo que comparto a continuación (ver cuadro 1). Algunas son desarrolladas por el sector privado y otras por el sector público o la clase política pero en la mayoría de los casos operan articulándose entre sí. Estas formas son las siguientes:

(a) Influencia en la definición de políticas, que adopta la forma de lobby ilegítimo, tráfico de influencias y financiamiento partidario; (b) corrupción, que se concreta, por ejemplo, en la asignación irregular y opaca de contratos, la sobrevaluación de obras o la entrega o venta de terrenos estatales subvaluados; y (c) clientelismo, que se manifiesta en compra de votos, contratación de empleados públicos sólo por su adscripción política, priorización de políticas asistenciales y otorgamiento de servicios públicos como favores.

Las formas de secuestro de la democracia a las que recurren las élites...

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