El Estado pequeño

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El Estado pequeño

Cualquier gobierno que pretenda una gestión racional de los recursos está obligado a revisar estructuralmente la Administración pública. Mantener ese enmarañado armazón es demencial. Nuestros déficits presupuestarios y de pagos se verían generosamente menguados con la racionalización de la burocracia estatal.

Yo empezaría analizando el efecto de suprimir cientos de instituciones públicas duplicadas, superpuestas o mantenidas únicamente para justificar nóminas; luego seguiría con el desmonte de toda partida publicitaria en instituciones que no prestan un servicio comercial o que por la naturaleza de sus actividades no precisen de campañas de educación, prevención o emergencia públicas. Son nichos infecciosos de corrupción. Los criterios reales de colocación de esa publicidad de fachada no son otros que el intercambio de favores electorales o prebendas camufladas.

En la Republica Dominicana hay un funcionario activo por cada veintidós habitantes. Pese a eso, la calidad del servicio es de bajos estándares, con la honra de ocupar el segundo lugar en América Latina en sobornos según la encuesta de Transparencia Internacional del año pasado. Por su opacidad, no se han podido cuantificar los ingresos disipados en la corrupción pública.

El gran salto competitivo de la República Dominicana no está en simplificar los trámites, en liberar de requisitos formales la...

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