La práctica procesal civil dominicana vista desde el exterior

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La práctica procesal civil dominicana vista desde el exterior

Fabio J. Guzmán Ariza

La República Dominicana es capaz de construir un Metro pero no de preparar taquígrafos o de instalar un sistema de grabación que permita tomar con precisión las declaraciones en justicia al mismo ritmo en que éstas se producen.

Por tener nuestro bufete una clientela casi toda extranjera, a menudo nos encontramos obligados a describir y explicar el procedimiento civil dominicano a los abogados de nuestros clientes en el exterior, a veces en la misma sala de audiencia. A lo largo de muchos años de ejercicio, hemos recibido comentarios y sugerencias interesantes especialmente por provenir desde fuera del sistema– que deseamos compartir con nuestros lectores.

Son muchos los aspectos, de forma y de fondo, de la rutina procesal civil dominicana que sorprenden al abogado

extranjero. Por ejemplo, en cuestiones de organización, les asombra que el juez de lo civil fije decenas de audiencias para un mismo día, todas para la misma hora (9 a.m.) sin tomar en cuenta la pérdida de tiempo y de oportunidad que esto representa para las partes, sus abogados, los testigos, peritos, etcétera.

También le resulta extraño, para no decir insólito, que el juez suba a estrados sin conocer el asunto que se propone

juzgar, dándose con frecuencia escenas vergonzosas –por lo menos para nosotros ante nuestro colega foráneo– del juez sentado en estrados ante el público, hojeando nerviosamente el expediente para tener una idea de qué les preguntará a los testigos o a las partes en el informativo o en la comparecencia personal que se avecina. Como es de esperar, semejante proceder destruye de inmediato toda confianza del cliente y de su asesor extranjero en la capacidad del tribunal de juzgar a profundidad su asunto.

El desconcierto se acentúa una vez iniciada la medida de instrucción con el espectáculo de una pobre secretaria tratando de transcribir en una máquina de escribir o computadora las declaraciones de los comparecientes. Los resultados son siempre los mismos: omisiones y errores a granel. La República Dominicana es capaz de construir un Metro pero no de preparar taquígrafos o de instalar un sistema de grabación que permita tomar con precisión las declaraciones en justicia al mismo ritmo en que éstas se producen.

De más trascendencia son las críticas de fondo. La principal queja de nuestros colegas extranjeros, especialmente

los norteamericanos, es que en su rutina los jueces no le...

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