Las relaciones entre Haití y la República Dominicana ¿Un problema sin solución?

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"Las relaciones entre Haití y la República Dominicana ¿Un problema sin solución?"

Ernesto J. Armenteros

Se escribe, se teoriza, se legisla, se opina y todo sigue igual: los dominicanos y los haitianos convivimos en una isla en donde no cabemos ninguno de los dos pueblos. Desbordamos nuestras fronteras y nos metemos en las de otras naciones. Nuestras historias, enfrentamientos y afinidades son muchas y continúan. ¿Cuál es la solución?

Los Estados Unidos y Europa nos quieren "endosar" a Haití para que nosotros le resolvamos sus problemas sociales.

Creo que conceptualmente es una gran idea que merece consideración a nivel universal. Creo que por la misma tesitura nosotros debemos replicar que los Estados Unidos deben endosarse a México para resolverle los problemas de desempleo, drogas, corrupción y atrasos sociales. A Francia se le debe endosar a los somalíes, los liberianos, los argelinos y otros nacionales musulmanes, además de Haití, su antigua colonia más productiva en América durante más de un siglo. España debe hacerse cargo de los marroquíes —de los moros, como los españoles les llaman despectivamente—; los alemanes, de los congoleños y los botsuaneses, en virtud de los vínculos coloniales. En fin, debemos proponer que toda nación avanzada adopte a su desafortunado vecino o excolonia.

Esta propuesta sería, por supuesto, recibida a risotadas de quijada batiente por los mismos países que proponen que adoptemos a Haití. Sería la propuesta lunática de una nación de atrasados mentales ante la realidad de las naciones con el poder de imponer su voluntad.

Ahora bien, como la propuesta viene de naciones que se sienten en el derecho de decirnos lo que nos conviene, debemos de sincerarnos y explicar el por qué no.

La respuesta es, simplemente, porque la unión de miserias e ignorancias de dos pueblos no resuelve la de ninguno de los dos.

Explicar cuáles son los problemas de Haití, la historia y naturaleza de los conflictos entre nuestras naciones, con descripciones abstractas, es de difícil comprensión. Consecuentemente, permítanme pintarles por escrito algunas vivencias e informaciones acumuladas durante mi vida, en relación con Haití, los haitianos y los conflictos con los dominicanos.

Pescaba con tanques y arpones deportivamente. Fuimos a los bajos frente a la frontera con Haití, al norte de Montecristi.

Paramos en los cayos, un lugar precioso y apartado de la costa dominicana. Caminar en los cayos era difícil: había tantos pájaros bubíes anidando y eran tan mansos que había que arrastrar los pies para no pisar los huevos y apartarlos para tener lugar donde poner el pie. Noté que había un tanque de hierro de 55 galones, como los que se usan para la basura, tirado en la playa. Pregunté por qué estaba ahí. Me explicaron que los haitianos los usan para llevar los huevos de los bubíes. Que primero pisan todos los huevos y luego, pocos días después, recogían todos los huevos frescos y se los llevaban en el tanque de 55 galones. Que la razón de pisarlos es para que todos los huevos que recogieran fueran frescos. Me escandalicé por la barbarie y depredación. Después de visitar un cayo, quise visitar los otros; quedaba uno por ver y el pescador rehusó llevarnos. "¿Por qué?", pregunté. Me explicó que había muy mal olor porque recientemente habían tirado allá los cadáveres de unos haitianos que habían matado. Una vez más, pregunté por qué. Nos explicaron que los guardias de la frontera les habían dicho a los pescadores que podían matar a los haitianos que cruzaran la frontera, y quedarse con la yola. Cuando pregunté cómo los habían matado, me explicaron que los habían figados con los arpones de pesca. De esto hace unas cuatro décadas.

La vida de un haitiano es barata.

Recientemente me contaba un amigo que unos dominicanos, hastiados de que los haitianos les robaran las reses, cruzaron la frontera a recuperarlas y allí los metieron presos. En consecuencia, los haitianos procedieron a darles una lección cívica sobre la necesidad de tener pasaporte y visa. El caso me lo contaron como la ironía de las ironías.

Después de lo anterior, leí en los periódicos que unos dominicanos, cansados de que le tumbaran árboles, mataron y quemaron a los haitianos que estaban haciendo carbón y procedieron a incinerarlos en el horno que estos mismos estaban haciendo. Una salvajada cavernaria.

La vida de un haitiano es barata.

Hace un par de décadas construíamos tres hoteles...

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