A ritmo social

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A ritmo social

José Luis lave

taveras@fermintav

Nos sobrecoge pensar que en un país de tantas carencias haya un dispendio tan indolente en la industria de la vanidad.

Basta acopiar las publicaciones sociales suplementarias a la prensa escrita para cuantificar la inversión publicitaria que reciben. La llamada crónica rosa, que recoge los estilos de vida e intimidades de los famosos y de los que pagan para serio, es lo que más se lee en la República Dominicana.

Un vacuo narcisismo social de clase media y alta les da vigencia a unos patrones que contradicen nuestra condición de país pobre. La marca del éxito es vendida a partir de finos hábitos de consumo y de un tributo a un rancio abolengo que llega a lo ridículo.

Antes, cuando esto era nación, el elitismo social descansaba en la ilustración intelectual y el compromiso cívico; hoy se mercadea con pretenciosas frivolidades y cursilerías de vida que revelan profundos vacíos existenciales en estas generaciones. Por eso la mediocridad con apellido se ha posicionado en parte del liderazgo social y empresarial del país.

¿Qué trascendencia puede tener saber el color, el perfume, la canción, la película o el actor predilecto de alguien? Los auténticos valores de vida residen en lo que esencialmente somos: en nuestras ideas, compromisos y visiones del mundo...

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