Una sociedad soñolienta

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"Una sociedad soñolienta"

Jose Luis Taveras

El país se consume. Eso es preocupante, pero no parece.

Fuera de los petardos avivados por la "sentencia patriótica" del antihaitianismo nacional, la sociedad languidece a los pies de la apatía. No hay asombro, bochorno ni pavor. Nos estamos acostumbrando a la sangre, al robo y a la mediocridad sin reproches ni culpas. Cada quien se resguarda en su escondrijo cerrando ojos y oídos a la lenta muerte de la esperanza.

La nuestra es una sociedad rendida que perdió fe y fuerzas. Eso es más grave que la disolución que nos quiebra. La corrupción ganó nuestra débil resistencia. Compró dignidad y valor para entronarse por la fuerza. Moralizó, a su libertina manera, las trampas; honró a los villanos y llamó bueno a lo malo. Hoy somos una nación mancillada sin tino ni decoro que aprueba, con su silencio, la pudrición de sus raíces.

El dinero sucio y profano trota a tumbos comprando todo lo que huela a recato. Se envalentona en su andanza pisando con desprecio el sacrificio y la honradez. Se mofa ostentosamente de la miseria, juega caprichosamente con la moral y hace invulnerables a los poderosos.

Hemos pecado por omisión social, ausentándonos de nuestras realidades y huyéndoles a los gritos de nuestra vergüenza.

Respetamos a los corruptos, exaltamos a los ladrones y glorificamos a los mediocres. Le damos eco a la vocinglería fanfarrona del servilismo y...

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