Oda a la mierda

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"Oda a la mierda"

José Luis Taveras

Editorial.

Una cadena de majaderías arma nuestra rutina. La bagatela de los debates públicos convierte a la trascendencia en un valor cada vez más escaso en la noticia dominicana.

La atención del país fue distraída con un espectáculo anodino que reclamó soberbiamente su pretensión noticiosa. Después de un mes aspirando el repulsivo olor del pollo despreciado por los haitianos, y todavía con los huevos amontonados en la frontera, se desató hace unas semanas un debate sexista sobre el nuevo embajador americano porque la moral machota del país quiso ponerle veda a sus rosadas credenciales diplomáticas. Esto, en medio del eterno pleito conyugal entre Hipólito y Miguel, en el que solo al PLD le interesa meterse.

No sé cuál será el divertimento nacional cuando este desahogo editorial salga a la luz, pero no dudo de que la trivialidad siga aportando su tedio a una sociedad que perdió el sonrojo.

La banalidad de nuestra vida que, como un inacabado bostezo, aburre iniciativas creativas y trascendentes, me ha convencido de que la mierda, como realidad existencial, merece de una digna reivindicación secular. Quizás esta reflexión, como la sexualidad del pobre James "Wally" Brewster, nos retribuya con algunas cancelaciones moralistas de suscripciones a la revista, pero una defensa a un desecho tan desdeñado merece todo el riesgo solidario.

Según Wikipedia (la fuente más socorrida por nuestra intelectualidad de microondas) "la mierda (del latín merda) es el resultado del proceso digestivo, y se refiere a los deshechos fecales de un organismo vivo, normalmente expulsados del cuerpo por el ano". Esa connotación tan cotidianamente obvia no nos importa, de ella saben más la letrina y el inodoro.

La mierda tiene una poderosa razón epistemológica y es la de mitigar el peso emocional de vivir en una sociedad endémicamente disfuncional donde hay que defenderse de todo: del Estado, de los representantes elegidos, de los encargados de la seguridad pública, de los delincuentes. ¡Mierda! ¡Mierda!: es un cauce expresivo para conducir o vaciar los desahogos más viscerales de la impotencia.

La mierda, como ejercicio terminal de la digestión humana, es una condición que, desde la perspectiva sociopolítica, nos equipara justamente. Es de las pocas...

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