El Cuatro por ciento

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El 4 %

Ernesto J. Armenteros

Arquitecto, Ex-profesor y fundador de la Escuela de Arquitectura de la UNPHU, escritor, navegante y viajero.

Probablemente todos los que leen mis lucubraciones en Gaceta Judicial aprendimos la ley de Pitágoras en la escuela. Aquella que dice que la suma del cuadrado de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa. Se formula de la forma siguiente: a2 + b2 = c2

El aprendizaje de esta ley, fundamental de la geometría, trigonometría, geometría esférica y sus implicaciones matemáticas, en el cálculo, en el diseño estructural, mecánico, en la geografía, astronomía, arquitectura, etc. me abrió un mundo de realizaciones y oportunidades. A los 18 años trabajé en la Falcombridge al norte de Ontario, en Canadá, en los túneles mineros a doscientos pies de profundidad dando las rutas topográficas a seguir por los mineros. Un trabajo peligrosísimo. Muy bien pagado.

Al año siguiente, en los veranos que trabajaba mientras estaba en la universidad, hacía triangulización topográfica, con nivel y tránsito a pie durante días de montería, al norte de la provincia de Québec, por algunos de los paisajes más hermosos del planeta.

Décadas más tarde esta misma fórmula que nos dejó el filósofo y matemático Pitágoras circa 500 a.C., y que se nos traspasó gracias a la dedicación de maestros, matemáticos, filósofos e intelectuales durante los últimos dos mil seiscientos años, me sirvió para planificar mis rutas en mi velero “El Cuco” por las islas del Caribe y actualmente me sirve para dejarme boquiabierto cuando uso el GPS (Global Positioning System) que nos ayuda electrónicamente a ubicarnos en el mar y en tierra. Esos avanzados instrumentos electrónicos incorporan las fórmulas del señor Pitágoras para calcular nuestra ubicación recibiendo señales satelitales.

La educación y el genio excepcional de algunos humanos es lo que nos ha permitido lograr los avances actuales de nuestra civilización.

La llave del arca que contiene los tesoros del conocimiento de la matemática y nos da acceso a ellos es la educación.

En primer año de Arquitectura tuvimos un profesor enano, contrahecho y homosexual. Apenas tenía cuatro pies de altura, la cabeza de tamaño normal, y el resto del cuerpo todo deforme. Apenas podía caminar con ayuda de bastones diseñados especialmente para él. Era un genio de excepcional sensibilidad: profesor de la Universidad de McGill, en Montreal, Canadá.

Nuestra primera tarea fue dibujar en una cartulina de 4 x 8 con tira línea, compás y tinta china (no es posible borrar o corregir errores con estos instrumentos y tinta china), usando solamente tinta negra sobre fondo blanco. El profesor nos solicitó que dibujáramos tantos cuadrados como cupieran en la cartulina, de tres...

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