El rol de la governancia en los entes reguladores del mercado financiero

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El rol de la governancia en los entes reguladores del mercado financiero

Omar E. Victoria Contreras

o.victoria@jorgeprats.com

La fortaleza de nuestras instituciones es la pieza fundamental para el desarrollo del mercado financiero sobre un marco de eficiencia, transparencia y estabilidad.

"No transcurre una clase, seminario, ponencia, asesoría, consulta o discusión que no finalice con las preguntas: ¿Existe buen gobierno para el órgano regulador? ¿Qué contrapartida tienen los administrados o regulados de gobernabilidad por parte de la Administración?"

La canalización del ahorro hacia la inversión es, sin lugar a dudas, el mecanismo más importante que posee todo sistema económico para lograr un verdadero desarrollo. Es precisamente mediante el mercado financiero que las unidades en superávit colocan o invierten sus excedentes que son a su vez necesitados por las unidades deficitarias o con requerimientos para su financiación o la de sus proyectos. Es por lo anterior que los sistemas de regulación de los diferentes sub mercados del mercado financiero deben, como finalidad esencial, proteger la confianza, los depósitos e inversiones de los ahorrantes e inversores.

Así, la función de quienes intervienen en este proceso de canalización, principalmente los intermediarios financieros y de valores, constituye la esencia de la estabilidad y desarrollo sostenido del sistema. Ahora bien, un mercado eficiente, transparente y estable se obtiene, esencialmente, con la estructuración de un balanceado y adecuado sistema regulatorio que tome en consideración el tipo de mercado, la tradición jurídica, la fortaleza institucional y el grado de desarrollo de los propios agentes que intervienen en él. Esto ha hecho que cada mercado configure su sistema de regulación en la manera que mejor se adapta a la realidad interna, siempre tomando en consideración las directrices, políticas y principios internacionales que se derivan del estudio del comportamiento comparado de los diferentes sistemas.

Sin lugar a dudas, durante décadas ha existido un intenso y recurrente debate sobre el rol que juega la profundidad o alcance de la regulación en los mercados financieros. Esta discusión ha aumentado significativamente luego de las crisis financieras ocurridas en todo el planeta desde mediados de la década de los noventa y más acentuadas aún a principios de la presente. Ha sido evidente, independientemente de la discusión sobre la profundidad regulatoria, que los hacedores de políticas han reconocido, en una medida u otra, la debilidad, flexibilidad o carencia de regulaciones y el efecto catalizador que ello ha tenido en el desenlace de dichas crisis.

De esta manera, no existe ningún país con un mercado financiero desarrollado que no haya realizado, por lo menos, en los últimos diez años, un proceso de revisión de sus normas y, en la mayoría de los casos, una modificación, actualización o adopción de las mismas. En, la mayoría de los casos el mercado ha reconocido que el principal foco de afectación de los sistemas se ha encontrado en la mala conducción (intencionada o no) de las sociedades que intervienen en estos mercados, esto es, entidades de intermediación financiera, intermediarios de valores, inversionistas institucionales, emisores de valores y demás relacionados o gatekeepers. Por ello, las principales y más recientes modificaciones legislativas en todo el mundo se han fundamentando básicamente en la adecuación o adopción de normas relacionadas al buen gobierno societario. De esta reacción no ha estado lejos la propia regulación financiera nacional, la cual ha pasado de una situación de ausencia absoluta de disposiciones sobre el régimen de gobernabilidad corporativa a la inclusión (vía la Ley Monetaria y Financiera y el Reglamento No. 729, de fecha 8 de agosto de 2004, de Aplicación de la Ley del Mercado de Valores), de principios rectores y normas relacionadas.

Al igual que en la mayoría de los mercados financieros del mundo, República Dominicana, luego de un arduo proceso de inserción e inclusión del tema en las agendas y debates, está reconociendo las implicancias positivas que producen los sistemas de buen gobierno, aún para aquellas empresas no cotizadas públicamente y, de manera incontestable, para las entidades financieras. Ahora bien, notranscurre una clase, seminario, ponencia, asesoría, consulta o discusión que no finalice con las preguntas: ¿Existe buen gobierno para el órgano regulador? ¿Qué contrapartida tienen los administrados o regulados de gobernabilidad por parte de la Administración?

Debemos reconocer que estas preguntas tienen razones más profundas de las que a simple vista se distinguen. Como bien afirma el profesor Rodolfo Apreda, "una adecuada definición [y aplicación] de este término [Governancia] deberá proporcionar, necesariamente, un marco de análisis que resulte abarcador de las organizaciones privadas (busquen o no beneficio), las empresas del Estado, las estructuras de gobierno (nacional, provincial y municipal), las instituciones internacionales (como el FMI, el Banco Mundial o las Naciones Unidas), así como numerosas asociaciones territoriales multinacionales (como la Unión Europea, el ALCA, o el MERCOSUR)". Es evidente que el estudio y análisis de la governancia es más amplio que el de los conceptos de "gobernabilidad corporativa" o "corporate governance", tradicionalmente asociados a la manera, estructura y mecanismos de dirección y relación de los directores y administradores de las empresas con el resto de los relacionados (accionistas, clientes, proveedores, acreedores, empleados...

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