Donde estoy. Que hora es

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"¿Dónde estoy? ¿Qué hora es? La historia de la latitud y la longitud, del cronómetro y añadiduras"

Ernesto J. Armenteros

Estar perdidos en el tiempo y el espacio no es nada nuevo. Tiene una larga historia que es muy interesante. Algunos de ustedes puede que la conozcan pero otros están perdidos. Algunos de los perdidos me preguntaron: "Cuando estás navegando a vela en el Cuco, ¿cómo tu sabes dónde estás en el medio del océano?, ¿cómo sabes hacia dónde dirigirte?". Saber donde estoy y hacia donde voy es asunto fácil hoy en día si se tienen los instrumentos para ello. Eso es así en el mar y en la tierra. El instrumento es un GPS (Global Positioning System, en inglés), que como casi todos sabemos es algo muy común en los teléfonos inteligentes. Estos instrumentos nos ubican en un mapa en una pantalla y nos dicen el rumbo si estamos en el mar, o, si es en la calle o carretera, la ruta que debemos seguir. Estos instrumentos son un acopio de tecnología, instrumentos, fórmulas, satélites, comunicación, etc., que se remontan a unos conocimientos y descubrimientos sobre geografía, mecánica y navegación que se iniciaron hace varios siglos atrás. Pudiéramos remontar los descubrimientos a varios milenios, pero vamos a comenzar nuestro paseo por la historia de cuando los europeos empezaron a sospechar que la tierra no era plana sino esférica y que el mundo era más grande de lo que entonces se conocía. Esto ocurrió en el siglo XV, aunque el asunto ya venía siendo explorado desde unos siglos antes, con ocasionales descubrimientos que hicieron posible los avances posteriores.

UN PASEO POR LA HISTORIA:

Durante la Edad Media, en Europa, en tiempos de Cristóbal Colón, se creía que la tierra tenía, en forma figurativa, la configuración de una pera. Lo que sería el pedúnculo del que cuelga la pera era la ubicación del Paraíso y en la parte ancha estaba ubicada una isla que era África que se suponía mucho menor que lo que es el continente en realidad, como descubrirían los exploradores después. Que al sur de África, más bien debajo porque el concepto de sur no estaba todavía bien establecido, existían unos remolinos y monstruos marinos que hacían la navegación peligrosa o, más bien, imposible. Se creía que si una persona penetraba en este territorio la piel se le ponía negra.

En la figura, conformación de la tierra de acuerdo a las creencias medievales.

Los indicios que tenía Colón para creer que la tierra era esférica no eran generalmente aceptados por los filósofos, teólogos y príncipes de la iglesia que asesoraban a la reina Católica, que es a quien Colón trataba de convencer para que patrocinara el viaje. Pero las vicisitudes de Cristóbal Colón para obtener patrocinio para su viaje de exploración comenzaron ante su solicitud de apoyo al rey de Portugal João II, que era descendiente de Pedro el Navegante, quien dejó un legajo de aportes a la marinería y exploración y fundó una de las más respetadas academias navales de la Europa de su tiempo. Pedro el Navegante alentó y financió exitosas exploraciones a lo largo de la costa africana. João II y algunos de sus consejeros sospechaban que Colón podía estar acertado en la posibilidad de llegar a "Cipango" navegando hacia el Este, pero prefirió darle larga y enviar a un capitán portugués, a escondidas de Colón, a hacer la travesía que este proponía. La razón de este engaño fue que Colón era de origen italiano y no inspiraba mucha confianza a pesar de que estaba casado con una portuguesa y que sus hermanas eran las amantes del cardenal de Portugal, asesor del Rey. Lo de "buscársela", el "canchanchaneo" y la "serruchadera de palo" vienen de lejos.

El portugués que envió el rey a explorar, después de navegar unas...

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