Perdone, presidente, pero

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"Perdone, presidente, pero..."

José Luis Taveras

Creí que había reservas en el presidente. Una línea consistente de acciones deja claro que tenemos un hombre ya predecible, aburrido y agotado. Los anuncios de sus discursos no convocan ni provocan como antes; es más, a veces enconan.

Se evaporó en el presidente aquello que las mujeres llaman el "misterio" de los hombres atractivos; esa magia ignota para prender la sensibilidad femenina con detalles insospechados.

Su fuerza persuasiva era la genialidad discursiva y ya el mundo descubrió su técnica: acopiar tips esnobisras extraídos de rápidas lecturas a catálogos best seller y a WillifJedia. Un lenguaje académico, a veces gastado y repetitivo, de pobre expresión en la cotidianidad que nos lacera. Nos cansamos de un presidente más informado que comprometido.

Leonel dejó de ser esperanza y ahora es realidad;

con más proximidad al pasado renegado que al futuro prometido. Perdió frescura y capacidad para sorprendernos. Ahora pocos le creen al presidente; y no es para menos, sus palabras son religiosamente contradichas por sus ejecutorias. Entender al presidente significa esperar lo contrario de lo que dice, vieja práctica caudillista, que en nada corresponde a la imagen vendida.

El mandatario encantaba; ahora es él quien debe y tiene que reconquistar. Para hacerlo precisa sorprender, pero ya no con el vértigo de sus encantamientos verbales, sino con golpes de acciones contundentes que dejen claro que todavía hay en reserva compromiso y carácter, Los escenarios y las oportunidades para hacerlo le sobran, basta recordarle algunos: destituir y abrir una investigación a la alta...

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