Una sentencia para la historia

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"Una sentencia para la historia"

Luis A. Bircann Rojas

El 30 de septiembre de 1998 la Suprema Corte de justicia de la República Dominicana dictó una sentencia que merece el calificativo de histórica. Lo es tanto por la enorme importancia de la controversia que resuelve como por constituir, en toda nuestra existencia como Nación, la más responsable respuesta del Poder judicial a la tradicional y nefasta hegemonía de sus malos hermanos, el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo.

La corta naturaleza de este trabajo no me permite analizar exhaustivamente el origen de ese dominio brutal que permitió a esos estamentos del Estado arrodillar la justicia a sus pies, salvo honrosas excepciones. Podemos, sin embargo, sintetisarlo en sus causas más obvias: la designación de los jueces a cargo del Senado; el tiempo limitado de sus funciones; y el manejo de su presupuesto por el Poder Ejecutivo.

Los graves acontecimientos políticos acaecidos en el año 1994, y las enormes presiones sociales y profesionales forzaron a los partidos políticos a un acuerdo nacional en el que se destacaron los siguientes puntos: recorte del período constitucional del Presidente y del vicepresidente a dos años, a finalizar el 16 de agosto de 1996; elecciones para sustituir a dichos funcionarios el 16 de mayo de 1996; elecciones separadas para el Congreso y los Municipios el 16 de mayo de 1998; fortalecimiento del Poder Judicial creando el Consejo Nacional de la Magistratura para la designación de los jueces de la Suprema Corte de Justicia con facultades para ésta de nombramiento de los demás jueces del país, y creando también la carrera judicial y la inamovilidad de los Jueces.

Ese acuerdo se concretó en las modificaciones introducidas a la Constitución de la República en el año 1994. De más está decir que las conquistas obtenidas por el Poder judicial no le fueron causadas por el altruismo de los otros poderes del Estado o de los partidos políticos que los manejan, sino por presiones de la sociedad civil hastiada ya de la corrupción judicial, celestina de la corrupción legislativa y ejecutiva.

Al hacer esas concesiones los citados poderes creyeron que a la menor desobediencia de su hermano más débil podían hacerlas abortar dictando y ejecutando nuevas normas acondicionantes de un retomo al pasado bochornoso. A la primera mala crianza seria privado de esos premios.

Desde el inicio de sus funciones nuestra actual Suprema Corte de justicia demostró que se iba a comportar como un...

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