Prólogo

AutorDr. Artagnan Pérez Méndez
Cargo del AutorAbogado-Notario
Páginas17-18
xvii
Prólogo
El Notario es el testigo de la verdad. Da fe de lo pactado y convenido
en su presencia y lo certifica fiel y conforme a la redacción del documento.
Su función de recibir actos a los cuales las partes comparecientes quie-
ran dar el carácter de autenticidad inherente a los actos de la autoridad pú-
blica es casi sagrada. Es por ello que en los tiempos del imperio bizantino, la
notaría se otorgaba como si fuere una ordenación de tipo religioso, y el rito
seguido para investir a un tabelión como notario era impresionante, parecido
a la imposición de manos que consagran a los ministros del Señor.
El notario, en aquella sociedad teocrática, era ungido, incensado y se le
tomaba el juramento, sobre las Escrituras Sagradas, para que prometiera ac-
tuar apegado a la verdad. Al ceremonial le seguía un ágape cordial, en la pre-
sencia de los colegas, que marchaban en procesión hacia el lugar del acto so-
cial.
El notario no solo debe ser hombre de confianza, sino además de capa-
cidad en su ejercicio. En el Medioevo se le exigían conocimientos enciclopé-
dicos.
En nuestra sociedad dominicana, el ejercicio de la notaría ha sido pau-
latinamente descuidado, al extremo que la ley vigente no exige al aspirante
que se someta a examen previo para medir su capacidad.
Esta obra, Derecho Notarial, no es solamente el fruto de un letrado y
magistrado de experiencia y relevantes méritos académicos. Es mucho más.

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